domingo, noviembre 26, 2006
Catástrofe de Torremontalbo
El tren correo de Bilbao a Castejón, número 160, con puntualidad ferroviaria , atravesaba la curva del puente de hierro de esta localidad ; la velocidad bamboleaba al tren que zigzagueaba en aumento desembocando en el barranco del río Najerilla, los maquinistas no pudieron evitar que el tren se estrellara en el suelo.Ésta catástrofe había sido presentida por los pueblos de alrededor y especialmente por el Conde de Hervías, Don Trinidad Manso de Zúñiga quién en numerosas ocasiones se había quejado del estado del puente.Al lugar de la catástrofe acudieron al escuchar el estruendo y los lamentos los agricultores de Cenicero, Don Trinidad, su hija y criados. Don Saturnino Hernández, vecino de Cenicero, corre con urgencia a avisar al alcalde interino de la localidad ,Don Francisco Montejo quiénes en una dolorida llamada de socorro reúnen a todo el pueblo de Cenicero con mantas, colchones, trapos y todos los enseres de primeros auxilio.Corre Baltasara Alonso, mujer del peón caminero que tenía su casa en la carretera de Torremontalbo, quien al límite de sus fuerzas para cuando llegaron los de Cenicero había transportado sesenta cántaros de agua para las víctimas. Una mujer salvó a su hijo de siete meses arrojándolo por la ventana antes de perder la vida, el maquinista grita "agua, agua…" antes de fallecer, otro grita pidiendo que lo saquen aunque sea perdiendo el brazo.En Cenicero solo se escucha las campanas de la torre que tocan a arrebato.¿Dónde están sus gentes?.Todos en Torremontalbo ,algunas mujeres volvían a preparar el hospital , las escuelas , otros en el lugar de la catástrofe transportando agua para aplacar la sed, vigilando equipajes para evitar el pillaje, consolando a los heridos, sacando heridos entre hierros retorcidos en fin todos en Torremontalbo con un fin común unidos. Todos los habitantes de Cenicero conmocionados abandonan sus quehaceres corriendo a asistir a las víctimas. Por la noche en el rescate se iluminan con antorchas y faroles por si queda gente en los amasijos de hierros. Las casas de Cenicero se convirtieron en un hospital infatigables los cenicerenses rescataron en menos de nueve horas sin medios adecuados, ya que hasta la media noche no llegó el tren de Logroño con el material necesario, la práctica totalidad de los heridos y a los muertos. El alcalde Señor Montejo pregona un bando rogando se pongan colgadura negras en los balcones y que no se note en la gente joven el menor átomo de alegría propios de días festivos.Don Gabriel Jiménez, párroco de Cenicero, El Conde y condesa de Hervías, Manuel Aguirre, guardia civil, Don Francisco Montejo, alcalde interino de Cenicero y todo el pueblo de Cenicero y Torremontalbo sin ninguna excepción dieron muestras de una increíble entrega.
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